Carta de San Martín a Guido: Febrero de 1834.-

Señor don Tomás Guido


París, febrero de 1834

Mi querido amigo:

Creyéndole ya en el Brasil, escribí a V. a este punto en fines de octubre pasado por conducto de mi recomendable amigo don Benjamín Mary, encargado de negocios de la Bélgica, cerca de aquel gobierno, cuando me encuentro con la suya de 20 de octubre datada en Buenos Aires, en la que me da extensos detalles de las ocurrencias acaecidas en nuestra desgraciada patria. V. me hará la justicia de creerme si le aseguro que lejos de sorprenderme a su recibo, las esperaba como cosa inevitable. En prueba de ello, diga V. a Goyo Gómez le manifieste la que le escribí hace poco menos de 3 meses y por ella verá si había anunciado con antelación esta catástrofe, sin que para ello fuere necesario una gran previsión, sino la de conocer los hombres de la pasada administración. El general Balcarce me ha merecido y merece la opinión de hombre de bien, y con buenas intenciones, pero sus talentos administrativos y sobre todo su carácter poco conciliante y al mismo tiempo muy fácil de dejarse dirigir no los creía en armonía con su posición; sin embargo, cuando supe su elección a la presidencia [sic: gobernación] no dudé que su administración tuviere un feliz resultado, si como me lo persuade se rodeaba de hombres de probidad y talentos; pero ¿ cuál sería mi sorpresa cuando supe que la flor y nata de la chocarrería pillería, de la más sublime inmoralidad y de la venalidad la más degradante, es decir, que el ínclito y nunca bien ponderado Enrique Martínez había sido nombrado a uno de los ministerios? Desde este momento empecé a temer por el país, pero aún me acompañaba la esperanza de que los otros dos ministros (aunque para mí desconocidos) si se respetaban un poco, pondrían un dique a las intrigas y excesos de su colega y manifestarían a Balcarce la incompatibilidad de la presencia de un hombre como Martínez con la opinión y honor de todo gobierno: pero estas esperanzas desaparecieron completamente al ver que estos ministros fueron reemplazados por los doctores Tagle y Ugarteche: con esta trinidad no me quedó otra cosa que hacer que entonar el oficio de Agonizantes por nuestra desdichada Patria, pero como en este miserable mundo todo se halla compensado y según el adagio no hay mal que por bien no venga, yo creo que los últimos acontecimientos van a poner fin a los males que nos han afligido desde el año diez y que a nuestra patria se le abre una nueva era de felicidad, si como creo la nueva administración marcha con un paso firme y no olvidando los 24 años de ensayos en busca de una libertad que jamás ha existido. Me explicaré.

Es preciso convenir que hay una cosa que trabaja sin cesar los nuevos Estados de América y que les impide gozar los bienes anexos a la tranquilidad y orden: unos lo atribuyen a la transición repentina de la esclavitud a la libertad; otros a que las instituciones no se hallan en armonía ni con la educación que hemos recibido, ni con el atraso en que nos hallamos -pues la idea de mandar y obedecer, y al mismo tiempo ser vasallo y soberano, supone conocimientos que no pueden esperarse de una nación en su infancia-; algunos a la desmoralización, consecuencia de una revolución que todo lo ha trastornado; no falta [quien] dé por causa el espíritu belicoso que imprime a toda nación una guerra dilatada &&. Todas estas causas pueden contribuir muy eficazmente; pero en mi pobre opinión lo que prolonga es tal serie de revoluciones es la falta de garantías que tienen los muchos gobiernos; es decir, que éstos dependen del capricho de tres o cuatro jefes, a los que con degradación tienen que contemplar y adular; o a la masa del bajo pueblo de la capital, veleidosa por carácter y fácil de extraviar por un corto número de demagogos. Esto lo comprueba las frecuentes revoluciones de la fuerza armada, como la tentativa del doctor Tagle en el año 23, en que sólo 180 pillos estuvieron en el vuelco de un dado de derribar un gobierno que es menester confesar fue el más popular en Buenos Aires en aquella época.

Ahora bien, ¿ cuál es el medio para proteger y afirmar estos gobiernos y darles el grado de estabilidad tan necesaria al bien de esos habitantes? Los últimos acontecimientos han decidido el problema y en mi opinión de una manera decisiva. Demostración: el foco de las revoluciones, no sólo en Buenos Aires, sino de las provincias, han salido de esa capital: en ella se encuentra la crema de la anarquía, de los hombres inquietos y viciosos, de los que no viven más que de trastornos, porque no teniendo nada que perder todo lo esperan ganar en el desorden; porque el lujo excesivo multiplicando las necesidades se procuran satisfacer sin reparar en los medios; ahí es donde un gran número de individuos quiere vivir a costa del Estado y no trabaja &&. Estos medios de discordia que encierra la capital deben desaparecer en lo sucesivo, sin que sea necesario derramar una sola gota de sangre y sin tener un solo soldado de guarnición. Que sepan los díscolos y aun los cívicos y demás fuerza armada de la ciudad que un par de regimientos de milicias de la campaña impide la entrada de ganado por sólo 15 días y yo estoy bien seguro que el pueblo mismo será el más interesado en evitar todo trastorno, so pena de no comer, y esto; es muy formal. Se me dirá que el que tenga más ascendiente en la campaña será el verdadero jefe del Estado y en este caso no existirá el orden legal. Sin duda señor don Tomás ésta es mi opinión, por el principio bien simple que el título de un gobierno no esté asignado a la más o menos liberalidad de sus principios, pero sí a la influencia que tiene en el bienestar de los que obedecen: ya es tiempo de dejamos de teorías, que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades: los hombres no viven de ilusiones, sino de hechos. ¿ Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país de Libertad, si por el contrario se me oprime? ¡Libertad! Désela V. a un niño de dos años para que se entretenga por vía de diversión con un estuche de navajas de afeitar y V. me contará los resultados. ¡Libertad! para que un hombre de honor sea atacado por una prensa licenciosa, sin que haya leyes que lo protejan y si existen se hagan ilusorias. ¡ Libertad! para que si me dedico a cualquier género de industria, venga una revolución que me destruya el trabajo de muchos años y la esperanza de dejar un bocado de pan a mis hijos. ¡Libertad! para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar los inmensos gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja por vía de especulación hacer una revolución y quedar impunes. ¡Libertad! para que sacrifique a mis hijos en disensiones y guerras civiles. ¡Libertad! para verme expatriado sin forma de juicio y tal vez por una mera divergencia de opinión. ¡Libertad! para que el dolo y la mala fe encuentren una completa impunidad como lo comprueba lo general de las quiebras fraudulentas acaecidas en ésa. Maldita sea la tal libertad, no será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona. Hasta que no vea establecido un gobierno que los demagogos llamen tirano y me proteja contra los bienes que me brinda la actual libertad. Tal vez dirá V. que esta carta está escrita de un humor bien soldadesco. V. tendrá razón pero convenga V. que a 53 años no puede uno admitir de buena fe el que se le quiera dar gato por liebre.

No hay una sola vez que escriba sobre nuestro país que no sufra una irritación. Dejemos este asunto y concluyo diciendo que el hombre que establezca el orden en nuestra patria, sean cuales sean los medios que para ello emplee, es el solo que merecerá el noble título de su libertador.

Mi salud sigue bastante bien: aunque de tiempo en tiempo sufro algunos ataques de nervios, que espero desaparecerán este año a beneficio de los baños de mar que tomaré el próximo verano.

Como siempre su invariable amigo

José de San Martín
Mis recuerdos a los amigos Pintos, Viamonte, López y los Luzuriaga.-

La Tebaida del Libertador



Juan Mauricio Rugendas: el Pintor de América Latina



por Juan Marcelo Calabria
Asociación Cultural Sanmartiniana
De General San Martín. Mendoza. Argentina.

Fue y es considerado el pintor de toda una época de Latinoamérica, precisamente de los años en que las ex-colonias españolas se independizaron de la metrópoli y se constituyeron en estados soberanos, en tanto que Brasil se transformó en una Monarquía de tipo Imperial. Rugendas pasó por México, Centro América, Brasil, Chile, Argentina y Perú, y su obra no sólo reviste vital importancia desde el punto de vista artístico, sino especialmente historiográfico, ya que durante sus viajes por América, que se extendieron desde 1821 hasta 1847 aproximadamente con algunos intervalos y retornos a Europa; pintó y retrató, lugares, hechos y personajes destacados de América del Sur, desde paisajes, célebres batallas, dirigentes de la época: presidentes, gobernadores, nobles, etc., hasta diversas expresiones de la naturaleza y de la vida religiosa, económica, política y social de estas tierras.-

A modo de breve biografía podemos decir que nació en Augsburgo, Alemania, el 29 de marzo de 1802, su padre Johann Lorenz -quien fuera su primer profesor- fue Director de la Academia de Bellas Artes de MŸnchen. En 1821 se incorpora a la expedición científica del Barón Von Langsdorff quién lo requirió como dibujante para ilustrar la naturaleza de las nuevas tierras.
Retorna al nuevo continente para realizar un largo viaje, entre los años 1831 y 1847, que lo llevaría por México, Chile, Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay y Brasil, para volver definitivamente a su patria.
En su regreso al continente tuvo una breve estadía en París donde conoció y compartió con Delacroix, Vernet, David y Sheffer. En 1830 realiza su segundo viaje a América, pasando por Haití y México, desde donde es desterrado a Chile por ocultar a dos fugitivos conspiradores contra el general Anastasio Bustamante.
Hacia 1834 llega a Valparaíso el 1 de Julio. En su estadía en Chile durante 11 años tiene una fructífera labor artística, científica y social, incorporándose a la sociedad de la época, incluso vivió en la Araucanía donde capto las escenas familiares y costumbres de los mapuches, también se estableció por un tiempo en Lima recorriendo gran parte de lo que es hoy Perú, Bolivia y Uruguay.
En 1847 vuelve a Europa retornando a Baviera donde fue pintor de la corte de los Reyes Luis I y Maximiliano II. Posteriormente en 1854 recibió la condecoración de la orden del Aguila Roja, gracias a su amigo Von Humbolt.
Murió en Weilheim, Alemania, el 19 de mayo de 1858 repentinamente de un ataque al corazón, a un mes de haber contraído matrimonio.
Algo más sobre su Vida:
Juan Mauricio Rugendas vivió veinte años en México y Sudamérica. Es considerado el pintor que ha reflejado Latinoamérica de forma más concluyente y polifacética; sus cuadros nos muestran paisajes, seres humanos, escenas de género, plantas y animales. El estadista y escritor argentino Sarmiento veía a su amigo Rugendas como el más escrupuloso cronista. En su opinión, Rugendas y Humboldt eran los dos europeos que mejor habían comprendido el espíritu de Latinoamérica.
La relación con Humboldt habría de marcar la vida y obra del pintor. Rugendas plasmó de forma gráfica las ideas de Humboldt sobre la representación artístico-fisonómica de la naturaleza tropical, logrando con su obra una posición privilegiada en el arte de su época que aún hoy sigue mereciendo. Durante la vida del pintor, el público apenas mostró interés por sus exóticos motivos. La ejecución técnica de los pequeños bocetos al óleo, de brillante colorido, fue en su tiempo muy criticada en Alemania. Sus pinturas del Nuevo Mundo, con pocas excepciones, se adquirieron para las colecciones reales de Prusia y Baviera –en el primer caso gracias a la mediación de Humboldt– y no tardaron en quedar relegadas al olvido en sus respectivos fondos pictóricos de Berlín y Munich.
Con la obra de Rugendas se extingue una notable familia de artistas cuya tradición se remonta hasta el año 1608. Por aquel entonces, los antepasados del pintor hubieron de emigrar de Cataluña debido a sus creencias religiosas. Se establecieron en la ciudad libre de Augsburgo, donde se forjaron una reputación como artesanos de relojería, pintores, calcógrafos y editores de libros de arte. Especialmente digno de mención en este sentido es Jorge Felipe I Rugendas, quien realizó unos logrados cuadros de caballos y batallas. Juan Lorenzo I se dedicó, por su parte, a motivos históricos, reproduciendo escenas de la Guerra de los Siete Años inspiradas en la obra de Chodowiecki. Juan Lorenzo II volvió a su vez a tomar las riendas de la editorial. Desde 1804 ejerció la docencia en la Escuela de arte y dibujo de Augsburgo, de la que no tardó en ser nombrado director.
Su hijo Juan Mauricio, el mayor de sus tres vástagos, nació en Augsburgo el 29 de marzo de 1802. Siendo todavía un niño, a la edad de cuatro años, ya daba muestras de un apreciable talento. Más tarde se familiarizó con los motivos con los que trabajaba su padre en la editorial; entre ellos se encontraban ilustraciones de las guerras napoleónicas, que habían sacudido Europa desde 1796 hasta 1815. El joven Rugendas contempló los cuadros, según testimonios de entonces, cuando Albrecht Adam, amigo de su familia, llegó a Augsburgo. Adam era pintor de la corte del virrey Eugène Beauharnais y había participado en la funesta campaña del ejército napoleónico en Rusia. Aquel hombre, de carácter abierto y cosmopolita, causó una viva impresión en Juan Mauricio. Se acordó que el joven pasara una temporada con la familia Adam en Munich para que tomara lecciones del maestro. Allí encontró todo el apoyo que sus padres habían esperado para él. Juan Mauricio se desenvolvió con tanta soltura en el ámbito artístico que en 1817 aprobó el examen de ingreso en la Academia muniquesa.
Asistió a las clases de pintura paisajística y de género impartidas por Lorenzo Quaglio II, especialidades que, de acuerdo con los criterios artísticos de la época, se consideraban de importancia secundaria en comparación con los retratos y la pintura histórica. A Rugendas no le satisfacía el programa de estudios, por lo que se esforzaba en buscar por su cuenta otros estímulos fuera de la Academia. En las cercanías de Munich, Ulm y Augsburgo esbozaba apuntes de paisajes que adornaba con figuras humanas y motivos arquitectónicos. También se interesó por el grabado y la litografía, técnicas en las que le introdujo su propio padre. Ya en 1816-1817 había prestado su colaboración a una serie de láminas a la acuatinta y había reproducido la "Huida de Napoleón en Waterloo". Además pintó también motivos de animales, sobre todo estudios ecuestres de Jorge Felipe I Rugendas, así como una litografía a partir de un retrato que había hecho de su padre. En suma, realizó diversos retratos y escenas figurativas, llevando a cabo todo tipo de ensayos con distintos motivos, pero su evolución artística permanecía aún por decantarse. Su padre hubiera deseado enviarlo a Italia para que recibiera allí una orientación y estímulos nuevos, pero los recursos económicos de la familia no se lo permitieron.
Rugendas posee especial importancia en muchos países latinoamericanos; en el caso de Chile, destaca la fructífera producción que sirve como verdadera crónica histórica, como ocurre en el caso del cuadro "Llegada del Presidente Prieto a la Pampilla para la fiesta nacional de 1834", y que donó para la reconstrucción del país después del terremoto de 1835; otras obras, como las ilustraciones que hizo junto a Claudio Gay sobre costumbres y paisajes del Chile, o el retrato de su amante, la chilena Carmen Arriagada, son un hermoso documento pictórico que dan cuenta de la realidad nacional durante el siglo XIX.-
El viaje a Brasil 1822-1825
El viaje a Brasil supuso la ruptura decisiva. Si bien no significó una gran experiencia artística como la que le hubiera aportado el contacto con la Antigüedad y el Renacimiento italiano, su visión del paisaje cambió de forma radical, ya que Rugendas conoció por primera vez el mundo de los trópicos. La oportunidad surgió cuando el encargado de negocios ruso en Brasil, el barón Langsdorff, comenzó a buscar, durante una estancia en Europa, un ilustrador para una expedición científica que, patrocinada por el zar, iba a adentrarse en la selva sudamericana.
Langsdorff poseía una hacienda al norte de Río de Janeiro, en la Serra da Estrela, donde se dedicaba a sus estudios de ciencias naturales. El lugar servía de refugio para viajeros y base de expediciones. Saint-Hilaire, el príncipe de Wied, Spix y Martius se habían detenido allí ya una vez. Estos últimos habían llegado al país con el séquito de la archiduquesa Leopoldina, esposa del sucesor al trono, Pedro, el posterior emperador, y en diciembre de 1820 regresaron a Alemania con una amplia colección de muestras etnológicas, zoológicas y botánicas para la Academia Bávara de Ciencias. El barón Karwinski, conocido de la familia Rugendas y un experto en temas brasileños, amén de botánico y naturalista, habló de Juan Mauricio a Langsdorff, quien lo consideró la persona adecuada para el puesto de dibujante de la expedición en atención a su forma de trabajar poco convencional, su formación y su carácter abierto.
Langsdorff y Rugendas concluyeron un contrato el 18 de septiembre de 1821. Al pintor se le garantizaba el viaje de ida y el de regreso, así como la estancia libre de gastos y unos honorarios anuales de 1.000 francos franceses, comprometiéndose a cambio a dibujar todos los motivos que se le encomendaran. Asimismo, se estipuló que los bocetos serían propiedad de Langsdorff, mientras que Rugendas podía realizar copias de los mismos, aunque debía contar con la aprobación de aquél para publicarlas.
Rugendas participó en la redacción de los distintos aspectos del contrato. Informó, además, a Maximiliano José I de Baviera sobre el proyecto, ya que el rey había mostrado un interés personal por Brasil al apoyar las empresas de Martius y Spix y afirmó que Juan Mauricio podría ampliar los contactos que existían con aquel país. Por otra parte, Martius estaba al tanto de los preparativos del viaje y contaba con que Rugendas le enviaría desde Sudamérica dibujos para ilustrar sus obras de botánica.
A principios de enero de 1822, Juan Mauricio se embarcó en Bremen con destino a Brasil, y el 5 de marzo desembarcaba en Río de Janeiro. La ciudad, con sus pintorescas montañas, su exuberante vegetación, sus jardines tropicales multicolores y su exótica población, habría de fascinarle. Rugendas se quedó en la capital, alojándose en casa del encargado de negocios austriaco. El pintor visitaba con frecuencia a Langsdorff, en su casa situada en la ladera de una colina al sudoeste de la ciudad. Rugendas recibió de él sugerencias e instrucciones que le permitieron familiarizarse con el país y sus habitantes. El contacto con otros colegas era crucial para el trabajo artístico, así que Rugendas trabó conocimiento con pintores franceses, cuya influencia era importante, pues el rey João VI los había llamado al país en 1816 para fundar una academia de arte en Río de Janeiro. Rugendas hizo amistad con Jean-Baptiste Debret y con los hijos del pintor Nicolas-A. Taunay, a los que visitaba en su residencia junto a la cascada de Tijuca. Posteriormente, Juan Mauricio se trasladó a la finca de Langsdorff.
La hacienda Mandióca se extendía en una zona de gran riqueza vegetal ubicada a espaldas de Porto da Estrela. Sin embargo, el pintor no pudo disfrutar libremente de las bellezas naturales, pues hubo de enfrentarse allí a numerosos problemas. Langsdorff daba trabajo a 200 esclavos, por cuyas actividades se interesó vivamente Rugendas, que los contemplaba durante su trabajo y en sus horas de descanso. El artista se compadecía de sus condiciones de vida y debido a sus opiniones tuvo graves diferencias con su anfitrión. La expedición dio comienzo el 8 de mayo de 1824. Cuando atravesaba el estado de Minas Gerais, tras haber pasado por Barbacena, São João del Rei, Ouro Prêto y Sabará, Rugendas y Langsdorff se enemistaron, si bien se desconoce el motivo exacto de la disputa. Según lo dispuesto, el pintor estaba obligado a realizar buena parte de su trabajo antes de separarse del grupo, cosa que finalmente hizo. Su decisión puede considerarse acertada, ya que la empresa de Langsdorff no se vio coronada por el éxito. Adrien-Aimé Taunay, sustituto de Rugendas como dibujante, murió ahogado en las aguas de un río de la selva. Se sucedieron los fallecimientos y las enfermedades, y el mismo Langsdorff tuvo que regresar a Europa en un estado próximo a la enajenación mental.
Rugendas contrató oyudantes y guías emprendió con ellos una pequeña expedición que pudo financiar gracias a los retratos ya encargados que iba realizando por el camino. El pintor y sus acompañantes atravesaron Minas Gerais, Espirito Santo, Mato Grosso y Bahia, luchando contra el cansancio y el clima insalubre. Para recuperar fuerzas, y debido también a que la estación de las lluvias dificultaba el avance, los expedicionarios tuvieron que pasar varios meses entre los indios de las selvas junto a las riberas del río Doce. Algunos motivos de la vida de los habitantes de aquellos lugares, entre ellos la célebre Danza de los purís, aparecen entre las interesantes ilustraciones que Rugendas dio a conocer más adelante.
En abril de 1825 el pintor estaba ya en Río de Janeiro, y en mayo regresó a Europa. Los frutos artísticos de sus tres años de estancia en Brasil fueron copiosos: en Río de Janeiro había reproducido el palacio de São Cristóvão, la cascada de Tijuca, la iglesia de Glória y otros lugares. Había contemplado a las gentes en las plazas y en las calles, tanto inmersas en su vida cotidiana como participando en los grandes acontecimientos. En diciembre de 1822 había asistido al desfile del cortejo de la coronación de Dom Pedro I por las calles de la capital brasileña. Fue también testigo de la fiesta que la iglesia celebraba en honor de Nuestra Señora del Rosário. En la finca Mandióca había plasmado escenas del quehacer habitual de los esclavos, realizando además dibujos de animales con el más absoluto esmero. La representación de la vegetación tropical se había convertido asimismo para él en otro motivo de especial importancia.
Su paso por Mendoza.
Hacia 1838 en su paso desde Chile a Buenos Aires Juan Mauricio Rugendas pasó por Mendoza, era época del Gobierno Federal de Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires, en tanto que Mendoza era Gobernada por Pedro Molina. En la hermana República de Chile, Rugendas trabó amistad con varios protagonistas de la independencia Americana, en especial con soldados del Ejército de Los Andes y del Ejército Unido que realizó la Campaña al Perú, allí sin duda tuvo un significativo acercamiento a la figura del Libertador José de San Martín, que aunque no conoció personalmente, al menos no tenemos registro de que así fuera, sin duda se sintió atraído por sus hazañas y su vida pública, esto lo llevaría a su paso por la provincia de Mendoza a visitar y dejar ilustrada por su experta mano de artista la Casa Original del Gran Capitán, la que entonces constaba con cinco bóvedas y se ubicaba “... la Villa Nueva a 2 leguas del Río Mendoza”.-
El principio de la colaboración artístico-científica con Humboldt
Tras su regreso de Brasil, Rugendas permaneció en París para gestionar la publicación de sus estudios pictóricos sudamericanos. Aunque todos sus intentos resultaron infructuosos, la estancia en la capital francesa tuvo para él una importancia definitiva, pues allí trabó conocimiento con Alexander von Humboldt, el descubridor científico de Latinoamérica. Rugendas pudo mostrarle los bocetos realizados durante su viaje, recibiendo del naturalista los elogios más calurosos. Humboldt quedó especialmente admirado ante las representaciones de la vegetación, solicitando al artista que dibujara para él palmeras, bananos y helechos, con la finalidad de ilustrar el capítulo correspondiente a la "Fisonomía de las plantas« de la proyectada reedición de su" Ensayo de una geografía de las plantas«. Los ejemplares solicitados pertenecían, en opinión de Humboldt, a los tipos fisonómicos que, merced a sus marcados rasgos, confieren un carácter concreto a cada región.
Atendiendo a semejantes criterios, Humboldt había clasificado las diversas especies vegetales durante sus viajes por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México y Cuba entre 1799 y 1804. Primero había identificado 16 especies típicas, cifra que posteriormente amplió a 19, describiéndolas con toda clase de detalles en su obra "Ensayo de una fisonomía de las plantas", donde además quería plasmar sus concepciones sobre la representación artística de la naturaleza tropical. Pretendía que se reprodujesen paisajes de consumados artistas de una forma tal que resultase adecuada desde el punto de vista estético y fuese, al mismo tiempo, científicamente informativa. De esa manera el pintor podía ayudar al investigador a reconocer las peculiaridades de la naturaleza tropical. Los paisajes debían contemplarse como organismos vivos, como una gran totalidad. Era preciso recoger en los dibujos la acción conjunta de los fenómenos naturales, como las condiciones climáticas y el crecimiento, así como acentuar las representaciones de las plantas y las siluetas de las colinas más características. Humboldt no conocía aún ningún artista que reuniera las condiciones para esta tarea. Fueron excluidos los pintores que desconocían la naturaleza de los trópicos y seguían en su trabajo los principios estilísticos académicos, pues se habían revelado poco idóneos para sus fines. Así lo demostraban obras tan conocidas como las realizadas por famosos viajeros, en especial las láminas pintadas en su viaje a Brasil por el príncipe de Wied. Para plasmar sus ideas, Humboldt sólo tendría en cuenta a aquellos pintores que, prescindiendo de sus propias condiciones artísticas, se hubiesen dedicado a la reproducción realista de motivos exóticos. Los estudios que el científico había recibido de Rugendas alentaban sus esperanzas de que el pintor poseyera un innegable talento en este sentido. Humboldt se decidió, entonces, a iniciar una colaboración. Deseaba que en los dibujos que se le encomendasen, Rugendas acentuase el desarrollo y crecimiento de las plantas. Las figuras debían mostrar claramente al espectador las dimensiones de lo representado. Rugendas realizó diversos bocetos, y Humboldt emitió su propio juicio: estableció dónde debían situarse las figuras, determinó la altura de las especies reproducidas y solicitó que se completasen algunos grupos de plantas. Rugendas introdujo las correcciones sin despreciar sus propios criterios artísticos. Tenía que dibujar también una gran composición de una selva tropical. Para lograr un mejor entendimiento, quería que Humboldt le orientase en la ejecución de sus trabajos, enviándole así algunos bocetos inacabados:
“Si alguna de las láminas no resultase de su agrado, estoy dispuesto a modificarla o a mandarle, en su lugar, el original. Por lo que se refiere a los bocetos de jaramagos, cactus, araucarias, bambúes y mangles...recibirá usted lo que todavía no he terminado para que pueda opinar sobre su ejecución”. El intercambio epistolar entre Humboldt y Rugendas se encuentra en la Biblioteca Estatal del Patrimonio Cultural Prusiano, Berlín. Sección de manuscritos.
Humboldt consideró que las ilustraciones encargados a Rugendas para su »Fisonomia de las plantas« eran extraordinarias, manifestando que los dibujos recibidos superaban en calidad sus previsiones. Al mismo tiempo, anunciaba la aparición del folleto publicitario para su nueva edición del »Ensayo de una geografía de las plantas«, en cuya versión alemana, impresa en la Geographische Zeitung, suplemento de Hertha, podía leerse el siguiente fragmento:
“El Ensayo sobre la geografía de las plantas de los señores Humboldt y Kunth cuenta con al menos veinte calcografías, dedicadas a mostrar la vegetacion o la fisonomía de las plantas. Los grabados se han preparado a partir de los dibujos que el señor Rugendas realizó recientemente en la selva brasileña. Este joven artista, digno de todo elogio, ha vivido durante cinco años sumergido en las riquezas del mundo vegetal del trópico. Su sensibilidad se ha visto impregnada por el sentimiento de que, en la exuberancia salvaje de una naturaleza tan maravillosa, el efecto pictórico sólo puede conseguirse siendo fiel a la realidad y ateniéndose a las formas auténticas de que se nos ofrece”.
Humboldt encargó el grabado de las láminas a Claude François Fortier, quien en 1822 había transformado en calcografía una acuarela de la selva pintada por el conde Clarac, poniendo de manifiesto su talento para la reproducción en cobre de la vegetación tropical. La anunciada reedición de la obra de Humboldt no llegó a producirse. Los dibujos de Rugendas, que han vuelto a aparecer hace algún tiempo, constituyen un importante testimonio de una colaboración artístico-científica a la que Latinoamérica, debe sus más bellas imágenes del siglo XIX.


"La Tebaida del Libertador"




Pintura de Rugendas de la Casa original del Libertador General José Francisco de San Martín en la Chacra de Los Barriales, actual Departamento de General San Martín, Provincia de Mendoza.-

Testigo Inmemorial de la Vida y Obra Sanmartiniana
(Una Breve Semblanza y un Homenaje en el Recuerdo)

El Museo Histórico Municipal " Las Bóvedas" es uno de nuestros bienes más preciados y sin duda el patrimonio histórico cultural más importante de nuestro departamento. Especialmente porque se encuentra enclavado dentro de los límites de la chacra que perteneciera a Don José Francisco de San Martín, su más preciada posesión: "La Tebaida", donde planeo pasar sus últimos años. Sin duda este amor profesado por el gran héroe, sumado a la gran cantidad de símbolos y recuerdos de la vida y obra sanmartiniana, que guarda este terruño son los que hacen del museo Las Bóvedas una de las posesiones más preciadas de los mendocinos y en especial de los Sanmartinianos en recuerdo y memoria del ilustre vecino.-
Abierto el 5 de Abril de 1976 por una comisión designada para tal fin, reabierto el 17 de Agosto de 1979, con las características actuales. Es una casa histórica ambientada, contando con salas de exposición y cuatro amplias galerías, en ella se muestran elementos del pasado de nuestra patria y en especial de la zona este de la provincia de Mendoza, arte religioso, material folklórico, y arqueológico; además de variadas piezas de ciencias naturales, materiales conservados gracias al esfuerzo y trabajo de quien durante muchos años a conservado este tesoro: Claudio Venerux. Una de sus principales áreas es la Sala de la Bandera donde se exhibe la réplica de la Bandera de Los Andes, guardada en el histórico cofre en el que estuvo durante décadas en la Casa de Gobierno hasta que la bandera original fuera trasladada hasta su nueva morada de cristal. Cabe aclarar que esta réplica de la Bandera de los Andes es un verdadero patrimonio popular puesto que fue adquirida gracias a una campaña coordinada por la Asociación Cultural Sanmartiniana y en la que toda la comunidad de la Zona Este aportó su granito de arena para lograr el objetivo, así con aportes de ctvos. realizados por estudiantes y docentes de la Zona, hasta importantes sumas aportadas por empresas e instituciones, se logró esta imponente sala de la Bandera. –
De la Antigua casa construida por el General San Martín, sólo quedaban ruinas. En 1905 la Chacra fue adquirida por Ricardo Palencia, quien no sólo cultivó las tierras del lugar sino que además construyó una casa con techos abovedados en homenaje al Libertador a la que llamó "Las Bóvedas". La misma que para el General San Martín fue hasta el fin de sus días: "Mi Tebaida", su añorada tierra, que conservó por siempre pese a que esta no le generaba ningún rédito económico, sin embargo en su interior profesó hasta el fin de sus días un gran aprecio y apego a este terruño, sin duda añorando siempre su regreso para pasar allí sus últimos días tal como lo planeo luego de su alejamiento de la escena política y militar. Esta "Su Tebaida": su refugio, su lugar de descanso; es nuestro bien más preciado y constituye uno de los patrimonios más importantes. Las injurias, la ingratitud y la injusticia de sus contemporáneos hicieron que jamás pudiera cumplir su sueño de descansar y pasar sus últimas horas en ella; sin embargo hoy, es nuestro deber, cuidar de esta tierra y de su patrimonio histórico, y simbolizar en ella el culto vivo y el legado siempre presente de su ilustre y por siempre, propietario: Don José de San Martín.-
Nota: "Mi Tebaida" Fue declarada bien de Patrimonio Cultural de la Provincia de Mendoza por decreto Nº 1146 del 21 de Julio de 1998 por el gobierno provincial en los términos de la ley Nº 6034 y su modificatoria Ley Nº 6133.
Curiosidades:1) La Ubicación de la verdadera casa que habitara el General José de San Martín y que constituyera el casco de la Chacra de los Barriales: “Mi Tebaida”, aún no ha sido encontrada, pese a que hasta hace poco se han realizado excavaciones en el lugar tendiente a encontrar los cimientos, sin embargo se cree que debido a que sectores de la Chacra constituyen hoy propiedades privadas de vecinos de la zona, es indudable que en algún patio sin que su dueño lo sepa, esté enterrado un recuerdo invalorable de la vida sanmartiniana.
2) El Actual edificio del Museo Histórico Municipal Las Bóvedas, fue construido por el Rico Comerciante y terrateniente Ricardo Palencia quien utilizaba el mismo con fines comerciales como resguardo de la producción agrícola de sus múltiples propiedades; esta gran casona fue construida en recuerdo de la que ocupara el gran capitán y sus techos abovedados así lo expresan, sin embargo dista mucho de la que fuera la casa original puesto que esta es mucho más grande y sus techos son similares a la quilla de un barco, tal la idiosincrasia de sus constructores (inmigrantes italianos, en su mayoría navegantes), mientras que las bóvedas que tenía la casa original de la Chacra de los barriales eran totalmente redondas, por tanto cabe aclarar que el valor histórico que reviste el museo es de gran magnitud, porque si bien por un lado es un legítimo hito sanmartiniano, construido sobre la tierra que perteneciera al gran capitán y además nos recuerda su hogar aquí en la “Villa Nueva de San Martín”, por otro lado su construcción es un modelo de la vida comercial de las primeras décadas del siglo y ejemplo de uno de sus exponentes típicos.
3) El gran mérito de Don Ricardo Palencia (quien mandó construir el edificio del museo) es haber recuperado en su integridad y haber restaurado a su dimensión original la Chacra de los Barriales: “Mi Tebaida”, y haber dejado en ella un recuerdo tan importante en homenaje al Fundador de Nuestra Patria Don José Francisco de San Martín.-

Bibliografía:

BINDIS, RICARDO. "La Pintura Chilena desde Gil de Castro hasta nuestros días". Phillips Chilena. S.A. Santiago, 1984.
IVELIC, MILAN / GALAZ, GASPAR. "La Pintura en Chile: desde la colonia hasta 1981. Ediciones Universidad Católica de Valparaiso.
PEREIRA SALAS, EUGENIO. "Estudios sobre la historia del arte en Chile Republicano". Ediciones Universidad de Chile, Santiago 1992.
ROJAS ABRIGO, ALICIA. "Historia de la Pintura en Chile". Libro Audio Visión, tomo I. Banco Español Chile. Santiago, 1981.
ROMERA, ANTONIO. "Historia de la Pintura Chilena". Editorial Andrés Bello, Santiago-Chile, 1976. Cuarta edición. Archivo Documental Biblioteca Museo Nacional de Bellas Artes.
IVELIC, MILAN. Museo Nacional de Bellas Artes. Santiago, Chile. 1994.
MARIGLIANO, CECILIA Y OTROS. “Historia de los departamentos de San Martín, Junín y Rivadavia. Mendoza. Archivo Histórico de Mendoza, 1992.-
BARBANI, ANZANO. “La Fundación de San Martín”. Mendoza. 1944.-
DIRECCIÓN DE PATRIMONIO HISTÓRICO-CULTURAL. “Serie Cuadernos del Patrimonio Cultural N° 2”. Dirigido por Rosa Guaycochea de Onofri. Mendoza 1999.-
CALABRIA, JUAN MARCELO y DÍAZ, MARTÍN. “La Chacra de Los Barriales. Mi Tebaida”. Primeras Jornadas Nacionales de Asociaciones Culturales Sanmartinianas. Misiones. Noviembre de 1995.-

Fortalezcamos la Vigencia de los Principios y Valores Sanmartinianos

La vida y obra del Libertador José Francisco de San Martín, constituye sin duda, uno de los mejores ejemplos de Liderazgo, Humildad,Coherencia y Patriotismo que ha dado nuestra América. Por ello a través del aporte de estos humildes artículos y notas de interés sobre sus Pensamientos, Palabras y Acciones, tienden a convertirse en un espacio de difusión y reflexión sobre sus enseñanzas, sus máximas y sus virtudes cívicas y sociales, con el fin revalorizar y poner en vigencia el espíritu sanmartiniano que debe ser la guia de todos los Argentinos y Latinoamericanos, para lograr la Unidad Latinoamericana que soñaron nuestros padres fundadores.-