El 12 de Febrero de 1817, tenía lugar la trascendental batalla de Chacabuco, librada por el Ejército de Los Andes contra las huestes realistas que ocupaban el entonces reino de Chile. Este importante episodio de la Revolución Americana, es más que conocido ya que representa un verdadero hito en la campaña independentista del continente, pues no sólo constituye la victoria más resonante de las armas patriotas, conseguida hasta el momento, sino que además marca el principio del fin de la dominación realista.
Sin embargo y pese que tal encuentro armado ha sido tratado y versado por innumerables autores, uno de sus pasajes no ha sido muy difundido, pese a que quedó estampado en las memorias y las obras de muchos de sus protagonistas directos, quienes por ventura, ya veteranos soldados de la guerra de independencia, no callaron un hecho de tanta importancia que da lugar a un análisis muy rico y extenso, que por supuesto no se agota en estas líneas.-
Sin duda nadie ignora la batalla de Chacabuco, pero lo que sí quizás no es muy conocido es el desarrollo de la misma, que pese a lo dicho por la tradición sanmartiniana, en realidad no se desenvolvió de la manera que el general del Ejército de Los Andes la había concebido.-
Luego de cruzar las altas cumbres el ejército fijó su cuartel general en el Valle de Aconcagua, desde allí San Martín organizó sus fuerzas de ataque en dos divisiones, las más numerosa y con mayor poder de fuego a las órdenes del Brigadier Miguel Estanislao Soler que debería rodear y atacar por el flanco al enemigo, siendo la columna sobre la que recaía el mayor peso del combate, ya que según las directivas impartidas por el gran capitán sería la que debería librar realmente la batalla, mientras que la otra a las órdenes del general O’ Higgins debía realizar operaciones de distracción sin comprometer una acción directa, a fin de esperar que la división de Soler alcanzara el punto indicado, dando forma de esta manera a la acción envolvente estratégicamente diseñada por el General San Martín.-
Todo marchaba según lo planificado y San Martín observaba los movimientos de sus tropas desde el emplazamiento del Estado Mayor en lo alto de la Cuesta, cuando imprevistamente desde su catalejo pudo observar que un jinete trataba de subir la cuesta a todo galope desesperadamente, mientras que en el campo de batalla las cosas se complicaban, impuesto por el Teniente Rufino Guido – el jinete que había llegado hasta él- del ataque de frente al grueso de las tropas enemigas dispuesto por el brigadier O ‘Higgins con sus dos únicos batallones, desobedeciendo así las órdenes impartidas por el comandante en jefe y pese a su denuedo y valor, arriesgando toda la acción; el ínclito general se puso al frente de sus granaderos y revirtió todo el curso de la batalla, tal como lo explica el testimonio del mismo Rufino Guido al decir: “ Vimos llegar a nuestro General con la bandera de los Andes en la mano y a la infantería (Batallones 7 y 8) que formaban en columnas de ataque, los que como el Regimiento (de Granaderos a Caballo), recibimos la orden de cargar al enemigo. Todos la cumplimos inflamados de valor y entusiasmo, tal era la confianza que teníamos en quien la ordenaba, y a pesar de la resistencia del enemigo, por sus fuegos al emprender nuestra carga, fue completamente derrotado, no pudiendo resistir sino muy poco tiempo la carga por su frente y el ataque simultáneo que recibía por su flanco izquierdo dado por el valiente Necochea de la división del general Soler”. En esta líneas podemos ver como ante el peligro de sufrir una atroz derrota y al decir del General Espejo: “al ver en tan inminente riesgo la obra que le costaba tantos sudores y desvelos, el pundonor, la responsabilidad, el despecho quizás lo condujeron (al General San Martín) a la cabeza de los Granaderos, resuelto a triunfar o no sobrevivir si se consumaba el infortunio”. Logrando de esta manera revertir la situación y finalmente lograr la renombrada victoria de Chacabuco.-
Así concluida la batalla el lacónico parte elevado por San Martín al superior gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, no daba cuenta de este inconveniente, ni de su participación en la batalla, por el contrario resaltaba el valor y la acción de los generales O’Higgins y Soler, como la de muchos otros oficiales, pero nada decía sobre él mismo: verdadero vencedor de Chacabuco al frente “de sus muchachos” como solía llamar a los Granaderos a Caballo.-
Sin embargo al llegar el Capitán Manuel de Escalada a Mendoza, de paso a Buenos Aires, con el parte de la acción, este informó a Toribio Luzuriaga, a la sazón Gobernador de esta provincia, que “El triunfo de tan gloriosa acción se ha debido al valor impertérrito de nuestro ínclito general, el Exmo. Señor don José de San Martín, que a la cabeza de dos escuadrones (fueron tres) derrotó y desbarató al fiero tirano de Chile”. Esta noticia inquietó al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, quien escribió a San Martín en los siguientes términos: ”sé por Luzuriaga que Ud. con dos escuadrones de Granaderos tuvo que meterse en las filas enemigas. De esto infiero, que la cosa estuvo muy apurada, o que no tuvo Ud. un jefe de caballería de confianza; porque en otro caso yo acusaría a Ud. del riesgo en que se puso. Dígame Ud. con la franqueza que debe que hubo en esto; mientras yo quedo en el más grave cuidado con la noticia que también me da Luzuriaga, que en resultas de la fatiga personal que Ud. tomó en la acción, quedaba muy afligido de su pecho. Por Dios cuídese Ud. porque su vida y su salud interesan extraordinariamente al país y sus amigos”.-
En efecto, tal como lo conminaba Pueyrredón era incomprensible que un militar de su experiencia se arriesgara en batalla sabiendo que los altos oficiales y en especial el máximo comandante no debía tomar parte directamente en las acciones a fin de evitar que en plena batalla quedara descabezado el ejército, salvo que algo muy grave determinara tal acción. Pues como hemos podido ver, la situación demandó esta intervención gracias a la cual se emprendió el firme camino hacia la independencia del continente.-
Años después, ya en el exilio en carta a Miller, José de San Martín, comentaba sobre este episodio: “La Batalla de Chacabuco puede decirse es la obra de los Granaderos a Caballo... (y al final de la exposición dice el prócer colocándose él en tercera persona, impulsado por su habitual modestia) ... el n° 8, al mando del comandante Cramer, se desordenó por la pérdida que sufría; pero el 7 mantuvo su formación haciendo alto. En esa situación que demostraba bien claramente lo poco que podía esperarse habiendo fallado el primer ataque, el general en jefe con dos escuadrones de Granaderos a Caballo cargó la derecha de los enemigos, la que puso en derrota, visto este suceso por la infantería repitió su ataque con denuedo, consiguiendo igualmente desordenar su izquierda; a este tiempo el comandante Necochea a quien el General Soler había mandado adelantar, no pudiendo llegar con su infantería, llegó muy oportunamente por la espalda de los enemigos, lo que acabó de completar su dispersión... El general Soler llegó a pesar de sus esfuerzos media hora después de la acción; el general O’ Higgins manifestó una bravura que jamás ha desmentido...”.-
Tal fueron los hechos en este inolvidable hecho de la guerra de la independencia, donde nuevamente sobresalen ya no sólo los grandes dotes de estratega, político y militar de San Martín, sino además sus valores humanos y su hombría de bien. A la par de su gran denuedo como soldado, profesionalismo como comandante, acción estratégica y valentía al frente de sus huestes, debemos recalcar su visión política al comprender que en todo momento debía resaltar la figura de su compañero quien prefiguraba como el conductor del futuro Estado de Chile, como así también la de los oficiales del Ejército de Los Andes quienes lo secundarían en la gran campaña de liberación de estas Repúblicas, aún que esto, demandará callar su propia valía en la batalla y renunciar a la gloria de ser no sólo el artífice, sino además el protagonista y conductor directo de la Gran Victoria de los Llanos de Chacabuco.-
Sin embargo y pese que tal encuentro armado ha sido tratado y versado por innumerables autores, uno de sus pasajes no ha sido muy difundido, pese a que quedó estampado en las memorias y las obras de muchos de sus protagonistas directos, quienes por ventura, ya veteranos soldados de la guerra de independencia, no callaron un hecho de tanta importancia que da lugar a un análisis muy rico y extenso, que por supuesto no se agota en estas líneas.-
Sin duda nadie ignora la batalla de Chacabuco, pero lo que sí quizás no es muy conocido es el desarrollo de la misma, que pese a lo dicho por la tradición sanmartiniana, en realidad no se desenvolvió de la manera que el general del Ejército de Los Andes la había concebido.-
Luego de cruzar las altas cumbres el ejército fijó su cuartel general en el Valle de Aconcagua, desde allí San Martín organizó sus fuerzas de ataque en dos divisiones, las más numerosa y con mayor poder de fuego a las órdenes del Brigadier Miguel Estanislao Soler que debería rodear y atacar por el flanco al enemigo, siendo la columna sobre la que recaía el mayor peso del combate, ya que según las directivas impartidas por el gran capitán sería la que debería librar realmente la batalla, mientras que la otra a las órdenes del general O’ Higgins debía realizar operaciones de distracción sin comprometer una acción directa, a fin de esperar que la división de Soler alcanzara el punto indicado, dando forma de esta manera a la acción envolvente estratégicamente diseñada por el General San Martín.-
Todo marchaba según lo planificado y San Martín observaba los movimientos de sus tropas desde el emplazamiento del Estado Mayor en lo alto de la Cuesta, cuando imprevistamente desde su catalejo pudo observar que un jinete trataba de subir la cuesta a todo galope desesperadamente, mientras que en el campo de batalla las cosas se complicaban, impuesto por el Teniente Rufino Guido – el jinete que había llegado hasta él- del ataque de frente al grueso de las tropas enemigas dispuesto por el brigadier O ‘Higgins con sus dos únicos batallones, desobedeciendo así las órdenes impartidas por el comandante en jefe y pese a su denuedo y valor, arriesgando toda la acción; el ínclito general se puso al frente de sus granaderos y revirtió todo el curso de la batalla, tal como lo explica el testimonio del mismo Rufino Guido al decir: “ Vimos llegar a nuestro General con la bandera de los Andes en la mano y a la infantería (Batallones 7 y 8) que formaban en columnas de ataque, los que como el Regimiento (de Granaderos a Caballo), recibimos la orden de cargar al enemigo. Todos la cumplimos inflamados de valor y entusiasmo, tal era la confianza que teníamos en quien la ordenaba, y a pesar de la resistencia del enemigo, por sus fuegos al emprender nuestra carga, fue completamente derrotado, no pudiendo resistir sino muy poco tiempo la carga por su frente y el ataque simultáneo que recibía por su flanco izquierdo dado por el valiente Necochea de la división del general Soler”. En esta líneas podemos ver como ante el peligro de sufrir una atroz derrota y al decir del General Espejo: “al ver en tan inminente riesgo la obra que le costaba tantos sudores y desvelos, el pundonor, la responsabilidad, el despecho quizás lo condujeron (al General San Martín) a la cabeza de los Granaderos, resuelto a triunfar o no sobrevivir si se consumaba el infortunio”. Logrando de esta manera revertir la situación y finalmente lograr la renombrada victoria de Chacabuco.-
Así concluida la batalla el lacónico parte elevado por San Martín al superior gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, no daba cuenta de este inconveniente, ni de su participación en la batalla, por el contrario resaltaba el valor y la acción de los generales O’Higgins y Soler, como la de muchos otros oficiales, pero nada decía sobre él mismo: verdadero vencedor de Chacabuco al frente “de sus muchachos” como solía llamar a los Granaderos a Caballo.-
Sin embargo al llegar el Capitán Manuel de Escalada a Mendoza, de paso a Buenos Aires, con el parte de la acción, este informó a Toribio Luzuriaga, a la sazón Gobernador de esta provincia, que “El triunfo de tan gloriosa acción se ha debido al valor impertérrito de nuestro ínclito general, el Exmo. Señor don José de San Martín, que a la cabeza de dos escuadrones (fueron tres) derrotó y desbarató al fiero tirano de Chile”. Esta noticia inquietó al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, quien escribió a San Martín en los siguientes términos: ”sé por Luzuriaga que Ud. con dos escuadrones de Granaderos tuvo que meterse en las filas enemigas. De esto infiero, que la cosa estuvo muy apurada, o que no tuvo Ud. un jefe de caballería de confianza; porque en otro caso yo acusaría a Ud. del riesgo en que se puso. Dígame Ud. con la franqueza que debe que hubo en esto; mientras yo quedo en el más grave cuidado con la noticia que también me da Luzuriaga, que en resultas de la fatiga personal que Ud. tomó en la acción, quedaba muy afligido de su pecho. Por Dios cuídese Ud. porque su vida y su salud interesan extraordinariamente al país y sus amigos”.-
En efecto, tal como lo conminaba Pueyrredón era incomprensible que un militar de su experiencia se arriesgara en batalla sabiendo que los altos oficiales y en especial el máximo comandante no debía tomar parte directamente en las acciones a fin de evitar que en plena batalla quedara descabezado el ejército, salvo que algo muy grave determinara tal acción. Pues como hemos podido ver, la situación demandó esta intervención gracias a la cual se emprendió el firme camino hacia la independencia del continente.-
Años después, ya en el exilio en carta a Miller, José de San Martín, comentaba sobre este episodio: “La Batalla de Chacabuco puede decirse es la obra de los Granaderos a Caballo... (y al final de la exposición dice el prócer colocándose él en tercera persona, impulsado por su habitual modestia) ... el n° 8, al mando del comandante Cramer, se desordenó por la pérdida que sufría; pero el 7 mantuvo su formación haciendo alto. En esa situación que demostraba bien claramente lo poco que podía esperarse habiendo fallado el primer ataque, el general en jefe con dos escuadrones de Granaderos a Caballo cargó la derecha de los enemigos, la que puso en derrota, visto este suceso por la infantería repitió su ataque con denuedo, consiguiendo igualmente desordenar su izquierda; a este tiempo el comandante Necochea a quien el General Soler había mandado adelantar, no pudiendo llegar con su infantería, llegó muy oportunamente por la espalda de los enemigos, lo que acabó de completar su dispersión... El general Soler llegó a pesar de sus esfuerzos media hora después de la acción; el general O’ Higgins manifestó una bravura que jamás ha desmentido...”.-
Tal fueron los hechos en este inolvidable hecho de la guerra de la independencia, donde nuevamente sobresalen ya no sólo los grandes dotes de estratega, político y militar de San Martín, sino además sus valores humanos y su hombría de bien. A la par de su gran denuedo como soldado, profesionalismo como comandante, acción estratégica y valentía al frente de sus huestes, debemos recalcar su visión política al comprender que en todo momento debía resaltar la figura de su compañero quien prefiguraba como el conductor del futuro Estado de Chile, como así también la de los oficiales del Ejército de Los Andes quienes lo secundarían en la gran campaña de liberación de estas Repúblicas, aún que esto, demandará callar su propia valía en la batalla y renunciar a la gloria de ser no sólo el artífice, sino además el protagonista y conductor directo de la Gran Victoria de los Llanos de Chacabuco.-
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